sábado, 27 de marzo de 2010

Se derramaron de mis manos


El amor desaparece sin darnos cuenta… y quizá, cuando nos hacemos conscientes de que se está evaporando, es ya demasiado tarde para plantearnos cuánto más podríamos haber entregado…


Se derramaron de mis manos

Las palabras de amor que nunca

eduqué para ti.

Mientras, escapaban de sus celdas

Los besos que nunca cometí


Sangraron de mis heridas

Las caricias que hipotequé

y huyerons

e escurrieron por el suelo

los versos que nunca llegue a compartir

contigo.


Dijeron que yo fui

Arena en el desierto

Que se movía con el viento

Sin fuerzas para alcanzar el mar.


Dijeron que yo fui

Vela en un entierro

Que se mecía al son del luto

Sin sentir la muerte dentro.


Este final a sangre fría

Ha quebrado mis entrañas

Dejando correr

Hebras de amor contenido

Que se esparce derretido

Aquí, a mis pies.

***
Viertan mis ojos sus cántaros

De agua salada al río

Para que se la lleve toda

Hacia el mar de los suspiros

3 comentarios:

  1. Me gusta mucho esta parte:

    "Dijeron que yo fui

    vela en un entierro

    que se mecía al son del luto

    sin sentir la muerte dentro"

    Es mucho más intenso el poema conociendo la historia. :)

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  2. Pasamos de creer que existían los Reyes Magos a creer que el amor es para siempre. Y no es así. O sí es así. Quizá la confusión proviene de que nos engañamos y confundimos los términos ya que en un mundo como el nuestro que se aburre y vive bien hemos de buscar lo irreal porque lo tangible y real nos resulta sumamente vulgar.

    El amor existe pero no tiene nada que ver con la pasión de los grandes polvos. El amor bueno y auténtico es el amor de los viejos que discuten en la cola del supermercado y que se insultan, pero que luego se mueren en cuanto uno de los dos fallece. Se mueren de amor, de tristeza y de soledad.

    El amor es volverse callo en la fractura que es la vida. Es crecer, fortalecerse y volver irrompible algo extremadamente frágil. Pero las canciones de amor, los poemas, y las películas previsibles nos han hecho creer que el amor es un anuncio de un coche.

    Y no. El amor real es el de Paco el Bajo y la Régula en los Santos Inocentes -ahora que Delibes se pone de moda-. Se aguantan, se cuidan, se quieren, se son fieles cuando las cosas se ponen putas y cuando se ponen aun más putas. Eso es el amor. Pero la tontería reside en la manía que tenemos de adjudicarle cualidades espirituales a conceptos cercanos y de andar por casa.

    El problema no es que el amor no exista -que sí existe- sino que en nuestro mundo aburrido y necesitado de bobadas le buscamos definiciones metafísicas a asuntos muy normales.

    El otro día le preguntaron a un escritor qué significaba para él la civilización y el tío rápidamente dijo: Dante, Virgilio, Cervantes... Lo cual es una soberana estupidez.

    La civilización son las alcantarillas, las vacunas, los hospitales, la calefacción, el agua caliente, las autopistas... Pero quien se aburre y no lo aprecia, porque nació con ello, considera que ha de dar una visión espiritual de la civilización. Por pedantería y aburrimiento.

    Para saber qué es la civilización nada mejor que preguntarle a quien no tiene hospitales, alcantarillas, vacunas ni agua caliente. Para saber qué es el amor pregúntenle a Paco el Bajo y la Régula.

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  3. Simplemente precioso, así es la poesía.
    Jamás dejes este arte, abrazate a él para seguir adelante. Tienes un gran talento!!!
    Una gran historia de amor, con una pausa triste, pero sin ningún final.
    Y en mi opinión, el amor sí existe..... "por que creo en tí, creo en el amor...."

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