lunes, 24 de mayo de 2010

ODA AL ESCRITOR FRACASADO




Fingiendo orgasmos literarios

Se paso toda la vida

Atrapando versos enrabietados

Que educó con un carisma

Que daba ataques de risa

Se puso guantes de látex

Para preservar su atino

Y con más timo

que honradez, así es

Trajo al mundo letrumbeles

Que lloraron de pura pena.



Rompiendo aguas poéticas

Se le fueron las ideas por la borda

Y tras años de travesía

Por las islas de la inopia

Se quedó anclado en los ripios

del océano de las estrofas.

sábado, 1 de mayo de 2010

FELICIDADES ALBA :D




21 años frágiles como un hilo han trascurrido desde que abriste por primera vez unos ojos preciosos, los tuyos, siempre sensibles a la belleza del mundo. Unos ojos que tienen la facultad maravillosa de hacerte sentir la vida con toda intensidad, una vida que sólo tú sabes traducir a palabras de eternidad.


Decía Machado, al que tanto adoras, que las huellas de cada cual son su camino y que no hay una senda que haya que seguir, sino solo la voluntad de caminar hacia un futuro incierto. No conozco el final del trayecto, pero si algo aprendí de ti es que se ha de valorar en mayor medida cada uno de los pasos que damos y cada una de las sendas perpendiculares que se cruzan en nuestro camino, sendas que son la vida de otras personas y que se enlazan con la nuestra, algunas en un único punto para luego zigzaguear hacia un horizonte lejano y otras nos acompañan durante un largo trayecto, paralelas al trazado de nuestra vida y que, incluso, quizá nos acompañen hasta que nuestro camino llegue al mar o a la muerte.


Afortunadamente, en mi distraído trayecto he tenido la fortuna de cruzarme contigo.


A cualquier caminante que se tope con Alba le llamará la atención, a primera vista, su sonrisa perenne y su mirada atenta a los acontecimientos del mundo. A partir de ahí comienza la aventura: el descubrimiento de su alegría contagiosa, su sensibilidad artística, su ternura y su fragilidad, su generosidad y su entereza… Alba es un enigma que merece ser descifrado. Por ello, espero seguir mucho tiempo a su lado, que nuestras huellas caminen juntas para poder continuar desentrañando los misterios que esconde.

MUCHAS FELICIDADES.

lunes, 26 de abril de 2010

¡Felicidades, Irene!


Como dice Neruda, sucede que me canso de ser hombre. Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Cuando ocurre esto siempre está Irene para recordarme las cosas que valen la pena, para reconstruirme. Escucha mis llantos, mis lamentos que buscan ser transformadores y solo se quedan en desesperanza. Pero Irene siempre tiene una respuesta optimista a esas lágrimas, que es la mejor cola para reconstruir los miembros de una mujer que se destartala con facilidad. Y en su sonrisa mezcla la esperanza con la ilusión, la tolerancia con las ganas de hacer cosas. Aún me siento más humana cuando contemplo su generosidad, sus ganas de ayudar siempre a los demás, sea quien sea. A veces la cola que ha vertido en mi cuerpo logra atraerla hacia mí, imantizarla. Entonces es cuando disfruto el valor de las cosas simples: nuestras bocas se ríen de los bostezos, nuestras piernas corren para llegar al teatro, nuestros oídos escuchan más canciones prudentes de amor, nuestro olfato olisquea las perrunillas o nuestras manos buscan los pinchos de tortilla.
Sin embargo, a veces ella es la que se derrumba, se desmorona, pero su ruido es tan leve que las personas de su alrededor, que a menudo estamos haciendo cosas menos interesantes, no oímos el estrépito. Irene, deja que te intentemos reconstruir. Sabes que siempre tendrás a muchos restauradores dispuestos a ir más allá de tu sonrisa, a no dejarte sola ni un solo instante.
Muchas gracias, Irene, muchas gracias por no haberte cansado nunca de tus pies, de tus uñas, de tu pelo, de tu sombra. Felicidades por tus veintiuno. Espero que nunca abandones tus ideales, tus aficiones, tu forma de ver la vida... Sabes que siempre tendrás personas cerca dispuestas a cuidar por tu aliento, personas que se sentirán eternamente en deuda contigo por haberlas remodelado día a día. Yo conozco unas cuantas y me atrevo a decir en su nombre que te queremos un montón.
Por cierto, Irene ha quedado finalista en el X Concurso de Poesía de la Universidad Autónoma de Madrid, con su excelente poema “Síndrome”- que podéis leer en este blog-. ¡Enhorabuena por el éxito! Ya sabes que para mí es un honor y un privilegio poder compartir este blog con una escritora tan estupenda.


Alba

miércoles, 14 de abril de 2010

Caminante, no hay camino...



“Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas”
Ítaca Kavafis


Hay algo que palpita en mi muñeca, que se agarra fuertemente a ella, que la oprime. El ruido de gritos, de ovación de las personas que nos rodean me hace palparlo distraídamente, sujetarlo, como si quisiera transferir energía al reloj que me acompañará durante todo el camino. Aprieto el botón de inicio, me fusiono con el tiempo en la lucha que haremos juntos. Ahora este pálpito evocador se ha trasladado a mis piernas y se ha asentado en mis pies. Mientras esto sucede ruego al reloj que no se canse antes de tiempo, que no tenga prisa, que me alíe con el tiempo para llegar a mi destino. No solo el tiempo ha desviado mi atención sino que el espacio también empieza a hacerse notar. Se hace presente justo cuando mis pies se comienzan a mover, a despegar del suelo. El espacio y el tiempo; el Universo. La distancia quiere también que le rinda pleitesía. Quiere que mi viaje sea largo, que me cueste alcanzar la meta y, a la vez que disfrute de todas las bondades que el camino nos entrega.
Ya me lo advirtieron, correr una media maratón no iba a ser fácil. No me gustan los recorridos sencillos, en los que no hay que invertir nada de esfuerzo y en los que, una vez conseguido el objetivo, no queda nada de satisfacción. Me gustan los retos, me gusta sentir. Espacio, tiempo, lanzo mi guante, os planto cara. No seré la única, las miles de personas que me rodean también han hecho lo mismo. Agradezco que haya tanta gente capaz de esforzarse, de mostrarnos que las batallas se pueden hacer frente con una sonrisa, con compañerismo y sin buscar ningún tipo de beneficio material- aprendan, señores mandatarios-.
De momento no me puedo quejar, todo han sido sorpresas, emociones, alegría. Llevamos algunos kilómetros y los gritos de ánimo de la gente que se agolpa en las calles han sido nuestra energía, han sido el escudo contra el desfallecimiento prematuro. Y, ahora, al pasar por la Alameda siento que estoy viva, que la tierra no me ha esclavizado todavía. Y sé que tengo suerte, mucha suerte, de poder estar corriendo en Segovia. Veo árboles, patos, césped, agua, cielo y, en lo alto, el Alcázar. Sí, me gusta la naturaleza. Me gusta que me envuelva, me gusta respirarla. Me gusta que Segovia se revele llena de vida, bella, insólita, como solo ella sabe mostrarse.
Ya hemos pasado la Casa de la Moneda y comenzamos la subida que nos llevará al Azoguejo. La distancia ya está jugando sus primeras bazas y el cansancio se comienza a notar. Entonces pienso que me gusta la soledad. Detrás de este momento hay bastantes días de salir a correr sola, de tener una hora para conversar conmigo misma mientras mis piernas hacen el resto del trabajo. Es un placer el estar con uno mismo, el poder llegarse a conocer mejor mientras siente su respiración. Hoy hay muchos kilómetros para reflexionar conmigo misma. Además, no voy sola, tengo el privilegio de que me acompañe Isabel- bueno, de yo acompañarla a ella, porque ella ha sido la que me ha animado a correr este año-. Ella también corre, también sonríe. Entonces, yo, la mujer que siempre va conmigo- como diría Machado- me hace ser consciente de lo afortunada que soy de estar rodeada de gente como ella, que me demuestra que no se ha cansado de vivir, que hay que vivir con intensidad. Gracias, Isabel, gracias por tus ánimos en las cuestas y las alegrías compartidas a lo largo de todo el camino.
La bajada de las Canonjías me hace recordar que me también me gusta la lentitud- seguro que para sorpresa de muchos de los que me conocen- el recrearse en observar. Todo lo que nos rodea ha sobrevivido al paso del tiempo. Y eso tiene mucho mérito en esta época en la que todo tiene fecha de caducidad, en los tiempos de la fugacidad.
La cuesta que lleva a la Nueva Segovia trata de arrancarme la idílica idea de la llegada. A mis oídos llegan los ecos de los que me advirtieron que no sería fácil, que todo esto era una locura. Entonces cuesta más alzar la cabeza, dibujar sonrisas, sacar pecho, doblar las rodillas. Y no es verdad, dolor, yo te conozco. La vida se reconstituye con vida, con el agua. Un trago de agua que moja esófago, vísceras, sangre, huesos y aclara en la visión de una posible llegada a meta. También me revela que en cierto sentido me gusta esforzarme, que las cosas que cuestan se disfrutan más. La experiencia de haber corrido el año anterior me tenía que haber precavido de los sudores que me iban a envolver, de los lamentos que iba a tener que reprimir. Es curioso como nuestra memoria solo recuerda lo satisfactorio, como borra el sufrimiento y nos autoengañamos con un recuerdo feliz. Es importante luchar, no dejarse derrotar. Mientras subo la cuesta recuerdo los nombres de algunas personas que cayeron, que abandonaron. Me gustaría que subieran corriendo esta cuesta, que vieran como no todo está perdido, que los peores adoquines conducen a un lugar donde las vistas son maravillosas. Luchar, ir más allá. No se trata solo de dejar todo planteado y planificado sino de luchar- como dijo Saramago en su manifiesto de “No a la guerra”- con el corazón y el cerebro, con la voluntad y la ilusión. Luchar por acabar una media maratón. Luchar por mirar más allá del horizonte, luchar por reivindicarse como una pequeña gran superpotencia y alzar nuestro poder para exigir un cambio, el otro mundo posible.
Mientras que la distancia cada vez es menor, el tiempo corre más deprisa de lo que esperaba. Ya queda poco. El tiempo sigue en mi muñeca y sé que no será bueno. Sin embargo, los pitidos del reloj, que suenan antes de tiempo, me evocan que no hay que hacer las cosas por la recompensa sino por el simple placer de hacerlas.
Y el cartel de meta trae consigo abrazos, elogios, regalos... Me doy cuenta de que hay que precaverse contra los peligros del éxito, pues es la droga más adictiva que existe. Alguien inteligente se recobra de un fracaso, sin embargo, un tonto no se recupera nunca de un éxito. Aún así, es tiempo de disfrutar, pues mis piernas y yo ya sabemos lo que significan los veintiún kilómetros. Corran, vivan, agradezcan, sientan, luchen, observen, hablen consigo mismos y, cuando se cansen, continúen corriendo. Quien lo probó, lo sabe.

Alba T.

sábado, 27 de marzo de 2010

Se derramaron de mis manos


El amor desaparece sin darnos cuenta… y quizá, cuando nos hacemos conscientes de que se está evaporando, es ya demasiado tarde para plantearnos cuánto más podríamos haber entregado…


Se derramaron de mis manos

Las palabras de amor que nunca

eduqué para ti.

Mientras, escapaban de sus celdas

Los besos que nunca cometí


Sangraron de mis heridas

Las caricias que hipotequé

y huyerons

e escurrieron por el suelo

los versos que nunca llegue a compartir

contigo.


Dijeron que yo fui

Arena en el desierto

Que se movía con el viento

Sin fuerzas para alcanzar el mar.


Dijeron que yo fui

Vela en un entierro

Que se mecía al son del luto

Sin sentir la muerte dentro.


Este final a sangre fría

Ha quebrado mis entrañas

Dejando correr

Hebras de amor contenido

Que se esparce derretido

Aquí, a mis pies.

***
Viertan mis ojos sus cántaros

De agua salada al río

Para que se la lleve toda

Hacia el mar de los suspiros

viernes, 5 de marzo de 2010

Para vivir un año es necesario/ morirse muchas veces mucho.






A mi abuela, por sus noventa.

El día de su noventa cumpleaños, continúa destejiendo. Sus dedos han tejido mucho a lo largo de su vida; han enseñado a muchas mujeres a coser. Punto por punto nos ha ido vistiendo, acorazándonos frente a lo vulnerable. El tiempo pasa, también para sus lanas. Ahora, se siente obligada a descoser todo lo que hizo para pedir una tregua al tiempo. Sus manos van enrollando la lana en pequeños ovillos, que deshará cuando estén formados para volver a entretenerse al día siguiente. Mira por la ventana, sus ojos parecen estar buscando algo pero ya no sabe lo que espera. La mujer que ocupa este cuerpo no es Penélope, ni siquiera conoce a Ulises.
La rodean decenas de personas, que la observan con curiosidad, con admiración. Muchos aplauden su belleza, su fuerza, su vigorosidad. Ella parece observar distraída una parte del jardín. Le regalan flores con motivo de su aniversario. Intuye como alguien está colocando un ramo de rosas cerca de sus piernas. Para ella cumplir un año más no es problema ya que, al igual que una de las rosas que acaba de caer al suelo desde el ramo, es bella y fuerte.
Lucha contra el tiempo, contra el tedio, contra la amnesia. Esa es su odisea. Su mano se desliza por el trozo de lana con la esperanza de que no esté cortado para así poder completar su ovillo. Su memoria es frágil, traicionera. Se sonroja cuando le recuerdan que ha preguntado ya diez veces que de quién era el santo hoy. Sin embargo, no hay nada que el dulce no pueda arreglar y un trozo de tarta le hace sonreir.
Su mirada es arrogante. Todo lo que le rodea, todo lo que hay en ese jardín ha sido creado para realzarla. Mira al infinito. Se siente viva, sabe que todavía le recordarán muchos años, que las rosas que hoy le han regalado se marchitarán antes que ella. Se siente perpetua. Las fotografías, los halagos, las miradas atentas de los demás son su escudo contra el olvido.

Sin embargo, ella ya no es inconmovible a los suspiros, ni sus ojos son tan fuertes como para no rendirse al infinito. Su belleza caerá, acabará un día. El tiempo es más tenaz. Sus oídos oirán la espera de la tierra. La tierra espera por todos, por ella también. Volverá hacia el lugar de donde surgió, a la tierra. Será el final de la gloria erigida a la memoria, será algo disperso en el olvido. Collige virgo rosas.

Sin embargo, su sonrisa es capaz de luchar contra el paso del tiempo. Esta mujer seguirá dominando en estos lugares, sabe que todo está allí para que ella lo disfrute. No le tiene miedo al olvido porque sabe que es eterna, que ha levantado grandes pasiones entre los que la conocen. Perdurará. Seguirá regalándonos su ingenio, su forma de ver la vida, su cariño. Aún tiene cosas que enseñarnos y sabe que no está todo mostrado. Mientras, sigue haciendo ovillos, sabe que el hilo que sujeta entre sus manos tardará mucho en cortarse. Distraídamente, mira la televisión. Ve una estatua, una bonita figura femenina- quizás la representación de una diosa o una ninfa- rodeada de personas. Ve como posan un ramo de rosas en su base. Esas rosas culminarán su edad dorada. La estatua no podrá evitar convertirse en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

sábado, 20 de febrero de 2010

...................................................

POEMA DEL POETA QUE PERDIÓ LA MÉTRICA Y LA RIMA ENTRE LOS RESQUICIOS DE SUS VERSOS POR CULPA DE UN DELIRIO SEXUAL PROVOCADO POR UN INHUMANO Y PROLONGADO SÍNDROME DE ABSTINECIA.



Por no pasar la fregona
en tu rincón despechado
Se colaban las pelusas
de tu cuello en zapatillas
y en discreto camisón
entre el quicio de mi puerta
Pa’ pegarse con pasión aquí en mi pecho
Por donde mi aliento
Frío, lento
Se descorcha derramando
su espuma por el colchón.

Antes del sol, tras la luna
Elegantes tus posturas
se alineaban cual estatuas de las manos
de un Bernini picarón
justo allí. en formación
sobre mi apolillada mesa de tortura.
¡Ay, diestra imaginación!
Me vas a traer la locura
Si en sfumatto y perfectas
me tientas con tallas de Dios.
Más, sin sudokus, con Pena
y la subsiguiente borrachera
Veía dobles tus piernas, tus brazos
y... lo que extremidades no eran
Hasta tu marcha, ante mi conmoción
del brazo de la puta Ginebra.

Y no sé por qué,
Aunque el dispositivo de mis latidos
se activa con un engranaje
japonés y de los finos
Al que llamo yo sentidos
¡Ay delirios, tan reales
como dulces y rollizas manzanitas terrenales!
Que delito hubiera sido
no invitaros a una copa,
y a pasar la noche aquí
en mi lecho puro y duro
Si no pude conseguir
nadie con quien compartir
de la almohada una porción,
Un buen cacho de despecho
con champán del peleón.

Mas, bien saben mis aliños de locura
Que más que amargura siento
Sentir que me quitaste el sueño,
Y las ganas de escribir pues,
si componer pretendo
Un romance metrado y rimado
Con la matemática de los números enteros
Me salen versos cortados
Con regla de poca virtud
Más con una indecente pornografía
de poca ciencia y menor exactitud.