martes, 5 de enero de 2010

Poema de Irene a Cuenca



Tejados de miel y arcilla
Os derretís bajo la niebla
Ocultando la vida muerta
De una ciudad que duerme,
Sueña y despierta
Por no acordarse de la primavera.

Como un mendigo yace
A la sombra de las montañas
Asustada, temerosa
acurrucada, en un rincón
alimentada por dos venas
Que fluyen por compasión.

Reminiscencias de la grande
Sí, París, la rubia
De mejillas malva y tacones de aguja
Tú, la morena
De piel obsidiana y yagas en la nuca
Te muerdes la cal
De los canales que riegan
tus veredas más oscuras.

Por tu muslo trepa
Arrastrando su cola cenicienta
Una salamandra de espalda
Incrustada de esmeraldas.
Sola, se arrastra por la piel
De tu pecho borracho
Ebrio de lírica pura
Y sueño, soñito de amargura.

Allá a lo lejos un viejo
se acerca por el camino
serpentino de Palomera.
Mece su longeva barba
sobre la cara del río
que ríe entre sollozos
las cosquillas del estío.

A la hora del otoño
Hundes tus pies en la espesura
De melenas secas, viejas, arrugadas
De los chopos agarrados
A la tierra más arisca y dura
Que más no conocí ninguna.

Y en el invierno ya la muerte
merodea por las calles
de tu vientre de tortuga.
Despliega su capa
solemne y pura
sobre la nieve y su blancura
tejiendo el rastro que marca
las arrugas de tu frente
y la edad de tu locura.

Entre sollozos de vírgenes
con sus lágrimas de cera
y plegarias de cristos
que hacen eco en las iglesias
Oigo en el silencio respirar
tus roncas chimeneas
abrigadas solamente
por la capa de una ciega.

Bailan entonces los gatos
A la sombra de tu luna
Sonrisa de una noche
Endiablada y moribunda
Que le dio a las fuentes negras
De tu boca muda, muda
El reflejo de una aurora que nace,
Ensangrentada,
entre pañales de espuma.

El sudor de tu vigilia
que se escurre por las hoces
jugando al escondite,
corriendo los callejones,
se escurre por cien rincones.
Se sienta y mece las piernas
en la musculosa catedral
que tirita y bosteza
que se estira y se rasca
el rosetón de la portada
al filo de la madrugada.

2 comentarios:

  1. Menuda poeta!!!
    Me alegro mucho de que haya surgido esta idea.
    Creo que el arte que tienes debes de mostrarlo y no guardarlo en un cajón desastre.

    Así tb podré conocer el arte de Alba!!!

    Espero que nunca dejeis de crear!!!

    GRACIAS POR DEJANOS SER PARTICIPES DE VUESTRO ARTE

    Raquel Miniño

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  2. Y yo que pensaba que Cuenca era toda ella como la zona donde estaban las hostales... y yo que me la llevé al río creyendo que era mozuela...

    Nunca olvidaré las cuestas que castigaban mis añejos huesos. Pero era gozoso aparecer junto a la Catedral y viajar en el tiempo.

    La estatua de Alfonsito el ochavo; el recuerdo a Primo de Rivera; los conventos que son hoteles y los trozos de muralla en donde un día se mató por ideas que hoy dañan lo políticamente correcto, son pedazos vivos de historia en los que sólo hay que detenerse y dejar que el silencio hable.

    Hermosa Cuenca: te llevaré siempre en mis alforjas.

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